23.3.11


Una histeria innecesaria,
así como descabellada,
abandoné cuando te vi.
Sentí estragos en el pecho,
del más loco frenesí.
Abundancia de promesas,
y una súplica de ayuda
para ir juntos a la luna.

Pasional como sutil
me arrebataste el cielo y lo adornaste.
Y con el tiempo me enseñaste
Qué es el amor, y que en la cama no hay restricción.
Hoy sé que no debe existir
placer como admirarte reir.