Y me dí cuenta de que la felicidad son solo esas pequeñas cosas de la vida. Así como un respirar en primavera, despertar una madrugada y saber que te quedan dos horas para levantarte, escuchar tu canción favorita en la radio, la primera gota de un domingo lluvioso, un café hirbiendo una noche de invierno y un helado en Agosto, la risa de un bebé, los últimos rayos de sol, un amor de verano, encontrarte con alguien que no vez hace mucho tiempo, esas palabras lindas que inventaron para ocultar/demostrar sentimientos, estar sentada en la estación y que aparezca él o ella (simplemente esa persona especial), dos abuelos caminando de la mano, amigos eternos, cada vez que pronuncian un "te quiero" sincero, un niño con un dulce, las sonrisas (¿y por qué no las lagrimas también?), una torta recien hecha, el chocolate desecho, gritar, las risas (incluzo esas que son por no llorar), regalos debajo del árblol, el beso en las vías del tren, esa seguridad de que todo va a estar bien, los viernes, soñar despierto, escalofríos por amor, el abrazo fuerte de esa persona especial, bailar bajo la lluvia, sientir las olas del mar mojando tus pies al caminar, esos besos que te dejan sin aliento, las palabras justas para cada momento, cuando por un instante se detiene el tiempo, ver una película un día de lluvia con la persona justa y un recuerdo.
Me he dado cuenta de que he perdonado errores casi imperdonables. He sustituido personas que todavía son insustituibles y que personas irremplazables hoy no son más que gente. Me he enamorado de sonrísas, he borrado la palabra imposible de mi vocabulario, para cambiarla por improbable. Fui amada, y también amé. Lo di todo y también lo he perdido muchas veces. Incluso he parado el mundo... y sigo aquí.
